Bruce Banner pasa de
La transparencia con la que se desarrollaron estas elecciones municipales dió la razón al Magistrado de Rivas cuando este se negó a acreditar observadores nacionales. En Nicaragua no necesitamos más observadores, con nosotros basta y sobra. Miles de ciudadanos de todos los rincones del país denuncian con nombres y apellidos, algunos con actas y boletas en las manos, el fraude que llevará a los candidatos danielistas a las sillas del poder local. La serie de trucos es larga y va desde la negación de entrega de cédulas a ciudadanos independientes, la emisión de tales documentos a menores de edad relacionados con "el partido", la múltiple votación de militantes de la dictadura, anulación de boletas no afines, cierre anticipado de juntas receptoras, hasta llegar a la apertura de juntas clandestinas o virtuales. El fraude fue claro y lo observamos todos. A pesar del fraude quedó la evidencia de lo que realmente fue una abrumadora derrota al danielismo. Con tantos trucos aun se nota la grandeza del rechazo a la dictadura de la familia Ortega Murillo.
Este robo de voluntades provocó a lo interno de cientos de miles de nicaragüenses una explosión incomparable, en la radios nacionales frases pausadas y temblorosas como "me arde la sangre", "que Dios los proteja", "llegaremos mucho mas allá", "nadie va a dejar esto así" iluminan el sentido de la furia y el dolor popular. Las llamadas telefónicas a las radios de opinión, las manifestaciones en todo el territorio, los golpes a los tales rezadores de la paz por parte de los votantes sin voto, las piedras que sonaron en las casas de los siervos de la dictadura son parte de esa explosión social.
Montealegre, el tímido y delgado tecnócrata recibió grandes cargas de esta explosión. En uno de sus discursos de día 10 cambió en pocos minutos hasta la forma de hablar. Comenzó con su tono de adolescente burgués y de pronto habló como hombre, como hombre del pueblo. Ya el pueblo está arto, de que los frijoles sean inalcanzables, que el arroz sea inalcanzable, que la leche sea inalcanzable... y continuó con una furia serena e inteligente desconcertando hasta a sus amigos de campaña. El mismo ex militar de Somoza, Enrique Quiñones mostró su asombro con un gesto de servicio al buscar como sostenerle firmemente el micrófono. La furia de la evidente mayoría del pueblo transformó al ex banquero ratón en su líder popular.
A partir del 9 de Noviembre comenzó afortunadamente una nueva fase de la historia. El gobierno Ortega Murillo hizo lo único que faltaba para ser llamado con toda propiedad Dictadura, se constituyó la existencia de una Gran Mayoría en la oposición y se erigió a Eduardo Montealegre como líder. Este último tiene en sus manos más apoyo del que él mismo pudo haber soñado. A Eduardo lo respaldan tanto sus miles de votantes individuales como actores colectivos que van desde
1 comentario:
Excelente post, Chepe Vélez. Ahora vamos a ver qué hacemos. Seguí escribiendo. Saludos
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