Economía: Carla Bruni y el Teniente Pototo

En las grandes esferas se discuten más que soluciones, las consecuencias de lo que ya nadie puede detener. La crisis que se decía alcanzaría la envergadura de los años 30 es aún mucho mayor. Christine Lagarde ministra de economía de Francia (en foto), una de las mujeres mas poderosas del mundo según Forbes, parece haber visto al mismo demonio al revisar los estados financieros de BNP Paribás y Sociedad General. En su desesperación propuso un plan de rescate de 300 mil millones de EUROS. Desde, Berlin otra mujer de garra le mando un mensaje corto y claro. Horas después, quien desayuna con una de las mejores cantantes de todos los tiempos, le apago el micrófono a la supuesta dama fuerte de Paris.

En los Estados Unidos los serenos funcionarios del Fondo Monetario dicen en tono de confesión, que lo que viene nunca lo hemos tenido en la historia. Esto lo dicen un día después del mentado plan de Bush. Estos expertos revisaron, o eso dicen al menos, 113 períodos de crisis financieras en los últimos 30 años en 17 países. De estas 43 se produjeron desde el sector bancario, 50 por los mercados de capital, 20 por el mercado de divisas. La actual es una sicodélica combinación con un aditivo especial, la locura de las materias primas. Nos lleva quien nos trajo, si aun esta ahí.

Ahora nos toca, sea donde sea que nos encontremos hacer las del teniente Pototo. Este era un militar del Ejercito Popular Sandinista de los 80. El coqueto militar, con barba chomporoca se enamoraba en cada pueblo que pasaba. Lo que tenia de feo lo llevaba de vanidoso. Este personaje tenía un espejo nuevo para peinarse y uno roto que siempre sacaba en combate. Después de cada balacera se tocaba y se veí con el espejo para ver si le habían pegado. El impacto de la bala se siente un rato después, no se porque es así. Saquemos el espejito al menos una vez por semana y veamos donde nos dio la bendita crisis. 

Lo bueno de todo esto es que estamos en la misma. Es muy seguramente el golpe más grande en la historia de la globalización. Basta con tener una cuenta en el banco, un seguro de vida, un hotel de mochileros, un bar de retirados, una finca de café, un piso en Madrid o un par de zapatos viejos para saber que estamos juntos en esto. Y eso, si es una buena noticia.